Hasta el 4 de marzo del 2007 a eso de las 3 de la tarde, el nombre de Reimond Orangel Manco Albarracín le sonaba a poco o nada al común del aficionado futbolero del Perú. Un mes después, el muchacho estaba en boca de todos y se había convertido en la esperanza de la hinchada. Todo había pasado muy rápido. Aquel día jugaban Perú y Brasil por el Sudamericano Sub-17 de Ecuador. De esa selección se esperaba poco o nada, pues estaba fresco el antecedente de la mala campaña de la Sub-20 (con los Zambrano, Ballón, Ísmodes...). Sin embargo, Manco abrió la cuenta rápido: para mí no era un desconocido total, puesto que había visto su ficha en una publicación que había sacado un diario con motivo del inicio del torneo local (ya lo habían promovido en Alianza Lima y en la ficha salía como "Raymond"). El partido terminó 2-1 para Perú y fue el debut soñado. En una los medios se engancharon a la campaña, aparecieron los enviados especiales a Ecuador y le dieron bola a la selección. Por mí...