Son las 8 de la mañana. La gente se dispone a entrar al mercado, donde esperan los caseros de las frutas, carnes, pescado, abarrotes y todo lo demás. El movimiento comercial será intenso hasta casi entrada la noche. Fuera de él, cruzando la avenida, se ubica un paradero, donde está por instalarse Rosita, quien carga un cooler lleno de bebidas y le espera una buena jornada de ventas. La joven contempla el recorrido de los carros que pasan por su lado, en especial las combis, que van a velocidad rumbo a la avenida principal, además de tantos otros particulares y uno que otro bus o camión de carga. De repente, un conductor "X" le pasa la voz y ella, tan atenta como presurosa, le alcanza una botella con líquido. Este consiste en jugo de frutas, bebida gasificada, energizante o simplemente agua. Recibe la plata, la guarda en su canguro y a esperar a venga otro para repetir el "proceso". Por suerte, no tendrá que esperar mucho. El hecho de tener tiempo vendiendo sus refre...