Cuatro años de estudio no fueron por gusto, y a falta de un año más y luego de tanto esfuerzo ahora estoy practicando. Por ello, mi rutina diaria sufrió un cambio drástico: Mis horas de Facebook y radio se redujeron considerablemente a tal punto que el recibo de luz ha venido un poco más bajo (xD), y tengo que salir a hora prudente para conseguir carro y así no llegar a destiempo al trabajo.
Cada vez que subo al micro tengo que hacer un pequeño "sacrificio": Desde que empecé a tomar carro seguido (justo cuando inicié mi vida universitaria), estaba acostumbrado a la comodidad de un asiento frente a la ventana, como siempre me ha gustado viajar, pero ahora que es temprano y mucha gente sale a trabajar a esa hora (9 am aproximadamente), esa comodidad se ve desplazada por 2 manos agarrando una estructura metálica.
El viaje dura por lo menos media hora: hay que llegar al centro de Lima. Si en la ida "sufro", peor es en el regreso. Al salir del trabajo la meta inmediata no es regresar a la casa (luego diré por qué), y por ello hay que "agarrar" el primer carro que venga. Ese micro, sí, el primero al que se le ocurre aparecerse en medio de tantos que cruzan el río Rímac y no paran hasta el hace algún tiempo "fin del mundo" para mí (por lo lejos), llega con unos 15 pasajeros agarrándose del pasamanos o de las cabeceras de los asientos. En esos momentos me digo "al diablo con el carro lleno, tengo que subirme como sea" y minutos después, una moneda, la más grande de las que se fabrican por aquí, pasa de mis manos a la del cobrador.
A veces tengo suerte, como cuando el micro se "saltea" algunos paraderos, pero otras no: Ahí tengo que soportar cada parada, pero al final, cada vez que llego a casa (también en una micro llena, porque se hace de noche y la gente ya quiere estar de nuevo en casa) puedo estar tranquilo luego haber dado lo mejor en cada jornada.
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