Apenas tres meses y días pasaron entre el fin de una etapa y el inicio de la otra. Si en diciembre pasaba mis últimos días en el cole, en marzo del año siguiente ya estaba a tiro de empezar mi vida universitaria. Había decidido estudiar Traducción e Interpretación en la UCV Lima Norte.
El sábado anterior al inicio de clases fue una de las primeras veces que se llevó a cabo La Hora del Planeta en estos lugares y el domingo Perú enfrentaba a Chile por Eliminatorias. En aquella época iba de visita los domingos a casa de papá (él por entonces en el extranjero) y ahí vimos el partido. La selección perdió y me desquité con quien entonces dirigía la selección. Eran otras épocas (?).
Que las clases comenzaran pasado el mediodía me daba margen para desayunar bien, escuchar más música y quizás comer algo más. Salí de casa, crucé el puente peatonal (que hoy no existe) y tomé el micro para ir a la universidad. Aunque el recorrido abarcaba solo la Panamericana, este ha cambiado con respecto a aquellos días: no existía el óvalo de Izaguirre, tampoco el by pass de Naranjal y al estar aún en obras el Metropolitano, tampoco los paraderos de los buses alimentadores con sus letreros.
Que las clases comenzaran pasado el mediodía me daba margen para desayunar bien, escuchar más música y quizás comer algo más. Salí de casa, crucé el puente peatonal (que hoy no existe) y tomé el micro para ir a la universidad. Aunque el recorrido abarcaba solo la Panamericana, este ha cambiado con respecto a aquellos días: no existía el óvalo de Izaguirre, tampoco el by pass de Naranjal y al estar aún en obras el Metropolitano, tampoco los paraderos de los buses alimentadores con sus letreros.
Al entrar a la que luego denominaríamos con los muchachos "La Central" me sentía extraño, como un provinciano que llega por vez primera a la capital y no sabe dónde ir. Pero de esto último yo sí (?), aunque tenía que subir hasta el sexto piso. Fue así cómo me instalé en el salón a la espera del inicio de la primera clase, que coincidentemente era de Inglés.
Esta empezó y uno de los primeros ejercicios era hacerle el habla al compañero más cercano. En mi caso era compañera. De lo que me acuerdo me contó que ya era madre. Dos ciclos después hicimos juntos un trabajo de investigación.
Tras el receso tocaba Francés. Ahí fui testigo de un arranque masivo (?) de sinceridad. Cada uno tenía que presentarse y decir si sabía o no el idioma: la gran mayoría (yo entre ellos) dijo que no. A golpe de 6 el primer día de clases llegó a su fin, habiendo visto muchísimas caras nuevas, que se me harían familiares en muy poco tiempo.
El regreso a casa fue un caso. Me subí a un micro pensando que era la Santa Cruz. Cuando se desvió de la Panamericana me di cuenta que me había equivocado, más aún cuando el cobrador me dijo que no iba a mi paradero. Curiosamente el micro se quedó parado por Las Palmeras, todos nos bajamos y el resto del recorrido lo hice en la 47. Llegué a casa antes de las 7 pm.
La primera semana de clases fue breve puesto que era Semana Santa. Pese a ello, ya había grabado en mi mente varias caras y nombres. Luego vendrían las amistades, la fiesta de cachimbos, los primeros parciales, un cumpleaños inolvidable y muchas otras cosas más. Fue un ciclo de locos, de perdición para algunos (?), pero me marcó bastante. Han pasado exactamente 12 años, pero los recuerdos (de los buenos y de los otros) se mantienen.
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