Así de fácil, así de rápido

Por A o B, tenía que levantarme temprano en estos últimos días. La figura era diferente en esta ocasión: fui sorteado para ser miembro de mesa en las Elecciones Regionales y Municipales 2022.

Para titulares y suplentes (como yo) la cita era a las 06:00. Un desayuno frugal (me ganaba la hora) y rumbo al centro de votación. Llevaba algunas provisiones en caso me quedara de largo. Ya me había hecho esa idea. La semana anterior había llevado una capacitación (nos juntaron en grupos de tres y yo fui el "presidente") y ya tenía alguna noción de lo que podía hacer en caso un titular faltara.

La primera vez que voté fue en las Elecciones 2011 y salvo en 2016 (porque no quise cambiar y me mandaron a otro lado) me quedé siempre en ese lugar. El camino ya me lo sabía, por lo que era imposible perderme. Sin embargo, por la hora en que salí, encontraba todos los negocios cerrados. En el camino había otro centro de votación y ni un alma por ahí cerca. Había propaganda política regada en el suelo.

Seguí avanzando y era tan escaso el movimiento que llegué a pensar: "¿Y si hoy no eran las Elecciones, sino otro día?", pero a la vez recalculaba: "Ayer fue sábado y volvió el circo romano, entonces hoy es domingo". Hasta que llegué al local que me correspondía.

 
Como en la elección anterior, tenía que subir al segundo piso para votar. Esperaba encontrar a los otros cinco, pero solamente estaban los titulares. Así, ya no tenía que quedarme de largo y solo era cuestión de votar y chau, pero había un detalle: no estaba totalmente implementada la mesa. Con la ayuda de la coordinadora, todo quedó listo, aunque al parecer (esto solo por lo que pude ver) los chicos no habían ido a la capacitación. Me puse a hacer hora con el celular hasta que llegó mi momento. Para entonces ya había llegado otra suplente, pero yo voté primero. Y antes de irme, le dejé un regalito a los tres: un paquete de galletas de soda. La "tradición" empezó con una tía que fue presidenta de mesa en 2021, y para que no pasara hambre (?) le regalé un six pack, de manera que lo pudiese compartir con sus "amiguitos".

Una vez que estuve fuera del salón la esperé y nos fuimos juntos. Ella subió a su micro, yo me fui en otro y de ahí empezó la maratón de TV con las elecciones, con algunas interrupciones como la de acompañar a votar a mamá. Su centro de votación quedaba ahí nomás y no demoramos ni diez minutos.

Y para terminar, ¿algún día volveré a verla?