La idea era despejar la mente aprovechando el feriado por Fiestas Patrias yendo a un lugar en el que estuve a inicios de ese mismo mes. El viaje de ida (primero a Chosica y luego en micro a San Mateo) se realizó sin novedad y una vez que llegué a mi destino pasaron varias cosas. El río Rimac cargado (pero limpiecito), un ascenso al cerro sin conseguir el objetivo (que era llegar a un Cristo ubicado en una cima) y que casi me deja sin aire, el encuentro con tres burros mientras bajaba, un cielo espectacular y un recorrido por los principales lugares para visitar o conocer (la iglesia principal, la comisaría, el mercado y el estadio). Terminado el recorrido, había que volver al paradero de micros para emprender el viaje de retorno, porque ya estaba oscureciendo.
El micro arrancó a golpe de 18:00. El viaje transcurría sin mayores sobresaltos, pero había veces que el chofer aceleraba y hacía que yo me pusiera como el Chavo en el capítulo de los espíritus chocarreros (la escena de la sesión de espiritismo en casa de Don Ramón), aunque por fortuna no hubo ningún accidente. Para no aburrirme, traté de escuchar radio, a sabiendas que había solo dos o tres que emitían su señal en cada localidad que había en la ruta y que ninguna estación de Lima Metropolitana llegaba. Y para remate, no dejaba de ver montañas a uno u otro lado del camino.
De pronto, el micro se detuvo. Era golpe de 19:30 y había incertidumbre. El chofer apagó el motor y nos dimos cuenta que había muchos más vehículos que no podían avanzar. Estábamos a punto de llegar al peaje de Corcona. Justo en el lugar en el que estábamos parados, los comensales de un restaurante veían el noticiero de Latina y al costado un perro ladraba detrás de una reja. Algunos pasajeros aprovecharon para bajar y comprar gaseosas y papitas como quien hacía hora.
Aproveché para llamar a casa (no llamaba desde poco después de llegar a San Mateo) y así informar de lo ocurrido. Al no tener "fichas" para poder comprar algo, tuve que conformarme con esperar sentado a que el problema se solucionara, mientras le "daba curso" a un dulce que había comprado antes de la partida y a una gaseosa amarilla que no era Inca Kola ni Viva Backus. De paso, aprovechando lo poquito que quedaba de batería, puse esto.
Finalmente se despejó la ruta y el vehículo siguió su camino, aunque se desvió de la carretera (tomó una paralela) hasta poco antes del paradero final, a unas cuadras de la Plaza de Armas de Chosica. Terminada la travesía, todos tomamos diferentes rutas. En mi caso el objetivo era salir de ahí, pero al no haber carro directo a casa, acercarme lo más que pudiera. Así, el paseo llegó a su fin poco después de la medianoche.
De pronto, el micro se detuvo. Era golpe de 19:30 y había incertidumbre. El chofer apagó el motor y nos dimos cuenta que había muchos más vehículos que no podían avanzar. Estábamos a punto de llegar al peaje de Corcona. Justo en el lugar en el que estábamos parados, los comensales de un restaurante veían el noticiero de Latina y al costado un perro ladraba detrás de una reja. Algunos pasajeros aprovecharon para bajar y comprar gaseosas y papitas como quien hacía hora.
Aproveché para llamar a casa (no llamaba desde poco después de llegar a San Mateo) y así informar de lo ocurrido. Al no tener "fichas" para poder comprar algo, tuve que conformarme con esperar sentado a que el problema se solucionara, mientras le "daba curso" a un dulce que había comprado antes de la partida y a una gaseosa amarilla que no era Inca Kola ni Viva Backus. De paso, aprovechando lo poquito que quedaba de batería, puse esto.
Finalmente se despejó la ruta y el vehículo siguió su camino, aunque se desvió de la carretera (tomó una paralela) hasta poco antes del paradero final, a unas cuadras de la Plaza de Armas de Chosica. Terminada la travesía, todos tomamos diferentes rutas. En mi caso el objetivo era salir de ahí, pero al no haber carro directo a casa, acercarme lo más que pudiera. Así, el paseo llegó a su fin poco después de la medianoche.
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