La señora vio interrumpido su sueño por la irrupción de su hijo, que entró al cuarto a decirle Feliz Cumpleaños. Más allá del cumple de la mamá, había otra razón para estar alegre: era por lo sucedido el día anterior, algo que ni el uno y la otra imaginaban.
La señora bajó al comedor y encontró una mesa surtida con panes, jamonada e infusiones. El hijo, como pocas veces, decidió "madrugarla" y equipar la mesa para el desayuno cumpleañero. La señora saboreó y agradeció, pero no se explicaba el porqué del gesto de su hijo, que, aunque la quería mucho, no acostumbraba a darle estos detalles.
El día anterior el joven volvió a casa con una cara de satisfacción total. Tenía una amiga con la que estudió en la universidad y se conocían de algunos años. Aunque él ya había terminado de estudiar, ambos se seguían viendo, puesto que ella necesitaba ayuda para cerrar bien el último ciclo, incluso encontrándose en la casa de él. A sabiendas que ella salía a tal hora, el chico diseñó la "estrategia" para caerle por sorpresa y declarársele. Pudo haberlo hecho antes, pero entonces ella tenía pareja.
Él llegó con tiempo y se quedó a esperarla a la salida. De pronto, ella apareció, solo que con otras amigas (a las que él también conocía). Se saludaron, por suerte (?) ellas se fueron y se quedaron los dos solos y conversaron un rato. Entonces él sacó de su mochila un papel en el que le había escrito varias cosas, pero que "remataba" con una declaración. A ella le pareció tierno, y aunque lo pensó un poco, finalmente le dijo que sí. Era la respuesta que él esperaba. Así, se despidieron con el primer beso y el chico regresó como si estuviera en las nubes. Al llegar a casa, mamá no estaba (trabajaba a esa hora), por lo que tenía la oportunidad de darle la noticia al día siguiente.
Volviendo al día del cumpleaños, también hubo lonche. El resto de la familia advirtió la sonrisa enorme que tenía el chico, pero sin animarse a preguntarle el porqué. Una vez servida la comida, el chico pidió la palabra. Primero saludó y agradeció a mamá por lo que había hecho por él, y luego les contó a todos lo sucedido en la noche anterior. Todos los que estaban en la mesa lo felicitaron, sobre todo la mamá, quien preguntó por ella y la reconoció por todas las veces que fue a la casa. Eso sí, la noticia no opacó el cumpleaños, más bien fue como otro "regalo".
Al estar con pareja, el chico tenía una motivación extra para seguir con su vida. Al haber salido poco antes, lo tenía todo para empezar a trabajar en lo suyo y así seguir adelante. Lo mismo ella, quien poco después volvió a la casa de su ya enamorado, pero no para hacer tareas, sino para conversar un rato en la puerta. Entonces ambos empezaron a construir y el cielo fue el límite. Comenzaron a salir después de cada semana de labores y a pesar de que vivían a cierta distancia el uno del otro, fueron capaces de fortalecer la relación, pero sin dejar de lado la responsabilidad en sus respectivos hogares.
¿Si se comprometieron y después se casaron? No se sabe. Pero para darle un "final feliz" a la historia, habrá que poner que sí lo hicieron. Total, es una narración ficticia.
La señora bajó al comedor y encontró una mesa surtida con panes, jamonada e infusiones. El hijo, como pocas veces, decidió "madrugarla" y equipar la mesa para el desayuno cumpleañero. La señora saboreó y agradeció, pero no se explicaba el porqué del gesto de su hijo, que, aunque la quería mucho, no acostumbraba a darle estos detalles.
El día anterior el joven volvió a casa con una cara de satisfacción total. Tenía una amiga con la que estudió en la universidad y se conocían de algunos años. Aunque él ya había terminado de estudiar, ambos se seguían viendo, puesto que ella necesitaba ayuda para cerrar bien el último ciclo, incluso encontrándose en la casa de él. A sabiendas que ella salía a tal hora, el chico diseñó la "estrategia" para caerle por sorpresa y declarársele. Pudo haberlo hecho antes, pero entonces ella tenía pareja.
Él llegó con tiempo y se quedó a esperarla a la salida. De pronto, ella apareció, solo que con otras amigas (a las que él también conocía). Se saludaron, por suerte (?) ellas se fueron y se quedaron los dos solos y conversaron un rato. Entonces él sacó de su mochila un papel en el que le había escrito varias cosas, pero que "remataba" con una declaración. A ella le pareció tierno, y aunque lo pensó un poco, finalmente le dijo que sí. Era la respuesta que él esperaba. Así, se despidieron con el primer beso y el chico regresó como si estuviera en las nubes. Al llegar a casa, mamá no estaba (trabajaba a esa hora), por lo que tenía la oportunidad de darle la noticia al día siguiente.
Volviendo al día del cumpleaños, también hubo lonche. El resto de la familia advirtió la sonrisa enorme que tenía el chico, pero sin animarse a preguntarle el porqué. Una vez servida la comida, el chico pidió la palabra. Primero saludó y agradeció a mamá por lo que había hecho por él, y luego les contó a todos lo sucedido en la noche anterior. Todos los que estaban en la mesa lo felicitaron, sobre todo la mamá, quien preguntó por ella y la reconoció por todas las veces que fue a la casa. Eso sí, la noticia no opacó el cumpleaños, más bien fue como otro "regalo".
Al estar con pareja, el chico tenía una motivación extra para seguir con su vida. Al haber salido poco antes, lo tenía todo para empezar a trabajar en lo suyo y así seguir adelante. Lo mismo ella, quien poco después volvió a la casa de su ya enamorado, pero no para hacer tareas, sino para conversar un rato en la puerta. Entonces ambos empezaron a construir y el cielo fue el límite. Comenzaron a salir después de cada semana de labores y a pesar de que vivían a cierta distancia el uno del otro, fueron capaces de fortalecer la relación, pero sin dejar de lado la responsabilidad en sus respectivos hogares.
¿Si se comprometieron y después se casaron? No se sabe. Pero para darle un "final feliz" a la historia, habrá que poner que sí lo hicieron. Total, es una narración ficticia.
Comentarios
Publicar un comentario