Un día yo bajaba las escaleras, pisé mal y me caí. Luego de una breve secuencia techo-escalera-techo quedé tendido en el piso y desperté en una clínica. Aquel fue el primer (aparatoso) recuerdo de toda mi vida. ¿Tiene que ver algo con el partido de Perú? Sí. Ocurrió también un 20 de marzo, y era algo que le podía pasar a Perú si perdía con Bolivia, aunque en esta oportunidad sin nadie que lo pudiera salvar.
Como en 2024, Perú había cambiado de técnico. Salió Jorge Fossati y asumió Oscar Ibáñez. El exarquero fue cuestionado por su falta de logros como DT (siendo objetivo, ello es verdad), pero tal vez no había otra opción. Ídolo de Universitario y Cienciano como jugador (también los dirigió), el "Trinchudo" (?) se nacionalizó peruano y fue titular en la selección por casi eliminatoria y media, amén de haber sido preparador de arqueros en el proceso para Qatar. Así, sin haber nacido en el Perú, Ibáñez tenía un recorrido importante en la "Sele", pero a la vez agarraba un fierro caliente: asumía en un Perú en una situación límite, todavía con oportunidades de clasificación, pero con un margen cortísimo de error.
Siguiendo con los arqueros, en Bolivia fue titular Guillermo Viscarra. Esta vez el "Billy" no iba a tener a un Comando Sur alentando en la tribuna del frente o a sus espaldas, sino a un estadio entero empujando al rival. Desde luego, cada vez que tenía que hacer un saque lo pifiaron, y regresa a su país con tres goles en la bolsa. Quien es uno de los hombres clave de la campaña de Alianza Lima pudo enfrentar hasta a ¡cinco! (jugaron cuatro) de sus compañeros. Otro jugador boliviano con pasado en el fútbol peruano era Ramiro Vaca, más trascendente en el partido de ida, además de Luis Haquín, quien jugó un ratito en Mannucci.
Con la consigna de sumar de a tres sí o sí, Perú saltó al campo del Nacional. El primero en asustar fue Bolivia, y Perú encontraba dificultades para hacer daño, pues los verdes se defendían como bien lo haría un equipo chico frente a cualquier poderoso. Paolo Guerrero peleaba frente a sus marcadores, caía al piso y reclamaba faltas, Reyna y Carrillo (buen primer tiempo) se mostraban y lo mismo Andy Polo. Precisamente el crema abrió la cuenta y la hinchada respiró. Como recordando sus inicios, cuando irrumpió como un atacante explosivo en una situación complicada de su club, Andy definió. Hasta ahí, todo bien, pero había algo más antes de terminar el primer tiempo. Paolo, aquel jugador que "renunció" a la selección a inicios de año y al que parte de la afición que por años lo adoraba lo quería lejos de la selección, dio una media vuelta, puso el segundo y de esa manera acabó con la mala racha de los delanteros nacionales, que en toda la Eliminatoria no habían podido marcar. Y lo hizo el goleador histórico, nada menos.
Si hubo claros en el Nacional no fue tanto por el precio de las entradas o por la complicada (ahora lo es menos) situación en la tabla, sino por una sanción aplicada en razón a unos incidentes producidos en el partido con Chile. En el complemento, los miles de hinchas nacionales vieron otro partido en comparación al primer tiempo, pues Bolivia se propuso evitar la derrota y se lanzó al ataque. Así, se cobró un penal y Bolivia le puso suspenso a la cosa. Pedro Gallese no pudo llegar, pero sí respondió en otras ocasiones: una atajada poco ortodoxa en el primer tiempo (se tapa con todo el cuerpo) y un tiro libre de Vaca que salió al medio y ante el que estirando el brazo generó un córner. En la zaga, a Garcés le tocó suplir a su compañero Zambrano y lo hizo bien.
El gol boliviano encendió algunas alarmas, a sabiendas de la "peligrosidad" del 2-0. La visita quiso aplicar una fórmula como si estuviera jugando en el Hernando Siles, que en su fortín de años sí le hubiera funcionado. Era tiempo de cambiar y fue así como ingresó Aquino, otro que volvió después de meses. Felizmente apareció Flores y nos devolvió la calma. También ingresó Lapadula, pero lamentablemente no pudo acabar con su sequía. De hecho, con el 3-1 consumado, quedaba claro que, pese a ser su primer partido, con Ibáñez no se verá al Perú amarrete y poco expresivo de las fechas anteriores. Aunque la producción ofensiva sigue siendo escasa (empero, Paraguay tiene tres goles más y sigue acercándose al Mundial), Perú tiene vida y pese a estar un punto arriba del colero (pobre Gareca) aún puede llegar. Ventajas de que se haya consumado la promesa electoral del "Pelao" con la cantidad de equipos que jugarán en 2026, y amenaza (?) con que pronto los Mundiales tengan 64 (!) equipos.
En horas de la mañana llegó la noticia de que Japón había clasificado al Mundial. Los "ponjas" no fallan desde Francia 1998 y cada vez lo hacen mejor. Quedan 44 cupos, de los cuales seis (o siete) serán para la zona Conmebol. Perú ganó y se dio vida, pero podría ser inútil si no se repite el resultado ante Venezuela, al que podríamos superar en la tabla. Este martes, horas antes del partido, desde luego que habrá gente caminando por las calles aledañas con camisetas blanquirrojas y vinotintos en una proporción equilibrada: ojalá los que digan "Soteldo" y "Rondón" les toque lamentarse.
Para terminar, algunas frases que se me salieron de la emoción en los goles:
"A la única que tienes que pegarle es a la pelota, y si va al arco, mucho mejor"
"Ahí está, para los que lo querían jubilar. Ahí está Paolo, callando bocas y hocicos"
Para cuando anotó Flores no se me ocurrió nada. Pero lo cierto es que, sin importar con qué equipo del torneo local estén identificados, un gol de cualquier jugador suma, y si es para ganar, más todavía.
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