Una vez instalado en el hospedaje había que empezar a "estudiar" el terreno, esto es, recorrer las calles de la ciudad. Con el boleto a Machu Picchu ya comprado (en Lima y con anticipación), había que buscar los pasajes en tren. En la ruta todo era nuevo, las calles, el ambiente y desde luego la gente que iba y venía. No se consiguió el pasaje a la primera, pero habría chance de buscarlo al día siguiente. ¿Por qué? La estación había cerrado justo cuando estaba llegando a la ciudad. Con menos de seis horas en el Cusco me di cuenta que había bastante movimiento. Al regresar al hospedaje luego de esta primera caminata, ya sabía dónde quedaban la estación de tren, la Plaza San Francisco (frente a la cual se ubica el Colegio Nacional de Ciencias, muy ligado al Cienciano), la Plaza de Armas y la piedra de los 12 ángulos. Una comida y al hospedaje para empezar a diseñar el "plan" para los días siguientes. Salvo para comprar un refresco, agua (que sería fundamental para los recorridos siguientes) y galletas, ya no saldría hasta el día siguiente.
Por levantarme a cierta hora, me perdí el desayuno del segundo día, por lo que tuve que buscarlo en otro lugar. Sin embargo, la prioridad era ir y buscar el pasaje en tren para Machu Picchu. Esto último se consiguió aunque haciendo un esfuerzo extra, puesto que según las señoritas que atendían algunas delegaciones escolares habían acaparado los boletos del tren local. Una vez comprado el pasaje, aproveché que había un mercado cerca para desayunar. El jugo y el queque estuvieron bastante buenos, pero los problemas llegaron una vez que llegué al hospedaje, por lo que tuve que esperar unas horas para retomar el recorrido.
Cuando salgo de Lima procuro consumir los medios del lugar, como la prensa y la radio. Así, compré un par de periódicos cusqueños. También vendían la mayoría de los que hay en Lima. En cuanto a la radio, la mayoría de las que se emiten en Lima tienen su filial, además de las oriundas de la misma ciudad (Salkantay, SSN, Las Quenas, Metropolitana...), incluso me crucé con la unidad móvil de una de ellas.
Una vez repuesto, quise ir a conocer la calle Pavitos, donde se toman los miniván para ir a la estación de Ollantaytambo. La idea era salir a comer y luego ir a esa calle, pero una vez afuera cambié de planes. Ahí fue donde conocí la lluvia cusqueña. Cuando caminaba por la Avenida El Sol, luego de tomarle foto al mural, empezó a caer el agua con más fuerza. No había otra forma de protegerse que con esos plásticos que te cubren de pies a cabeza, pero recién compraría uno al día siguiente. Luego de caminar unas cuadras más, di con la famosa calle. Ahora sí sabía dónde ir para abordar la miniván, aunque para ello tendría que salir bien temprano del hospedaje. Empapado y con frío, pero habiendo hecho el recorrido, pude comer algo, aunque a modo de cena. El local quedaba a pocos minutos del hospedaje y ofrecía un menú asequible, como tantos otros locales aledaños.
Al llegar al hospedaje el primer día prendí la tele. En pleno zapping di con el canal de la FIFA, que justo estaba repitiendo el Croacia - Argentina del Mundial de Rusia. Terminado ese partido hice el primer recorrido por la ciudad. Mientras estuve pasaron más partidos mundialistas completos, compactos de otros, resúmenes del reciente Mundial Sub-17 y notas de fútbol femenino, además de programas especiales como el compilado de todas las tarjetas rojas directas de la historia de los Mundiales. Pero más allá de lo que me gusta el fútbol, el programa con el que sí me enganché fue... Bob Esponja. Había un canal especial en el que solamente pasaban los episodios de este personaje, además de otros (Oye Arnold, South Park...). Hubo capítulos que me dieron mucha risa y así pasaba el rato cuando ya era de noche y ya no tenía nada que hacer.
Por levantarme a cierta hora, me perdí el desayuno del segundo día, por lo que tuve que buscarlo en otro lugar. Sin embargo, la prioridad era ir y buscar el pasaje en tren para Machu Picchu. Esto último se consiguió aunque haciendo un esfuerzo extra, puesto que según las señoritas que atendían algunas delegaciones escolares habían acaparado los boletos del tren local. Una vez comprado el pasaje, aproveché que había un mercado cerca para desayunar. El jugo y el queque estuvieron bastante buenos, pero los problemas llegaron una vez que llegué al hospedaje, por lo que tuve que esperar unas horas para retomar el recorrido.
Cuando salgo de Lima procuro consumir los medios del lugar, como la prensa y la radio. Así, compré un par de periódicos cusqueños. También vendían la mayoría de los que hay en Lima. En cuanto a la radio, la mayoría de las que se emiten en Lima tienen su filial, además de las oriundas de la misma ciudad (Salkantay, SSN, Las Quenas, Metropolitana...), incluso me crucé con la unidad móvil de una de ellas.
Una vez repuesto, quise ir a conocer la calle Pavitos, donde se toman los miniván para ir a la estación de Ollantaytambo. La idea era salir a comer y luego ir a esa calle, pero una vez afuera cambié de planes. Ahí fue donde conocí la lluvia cusqueña. Cuando caminaba por la Avenida El Sol, luego de tomarle foto al mural, empezó a caer el agua con más fuerza. No había otra forma de protegerse que con esos plásticos que te cubren de pies a cabeza, pero recién compraría uno al día siguiente. Luego de caminar unas cuadras más, di con la famosa calle. Ahora sí sabía dónde ir para abordar la miniván, aunque para ello tendría que salir bien temprano del hospedaje. Empapado y con frío, pero habiendo hecho el recorrido, pude comer algo, aunque a modo de cena. El local quedaba a pocos minutos del hospedaje y ofrecía un menú asequible, como tantos otros locales aledaños.
Al llegar al hospedaje el primer día prendí la tele. En pleno zapping di con el canal de la FIFA, que justo estaba repitiendo el Croacia - Argentina del Mundial de Rusia. Terminado ese partido hice el primer recorrido por la ciudad. Mientras estuve pasaron más partidos mundialistas completos, compactos de otros, resúmenes del reciente Mundial Sub-17 y notas de fútbol femenino, además de programas especiales como el compilado de todas las tarjetas rojas directas de la historia de los Mundiales. Pero más allá de lo que me gusta el fútbol, el programa con el que sí me enganché fue... Bob Esponja. Había un canal especial en el que solamente pasaban los episodios de este personaje, además de otros (Oye Arnold, South Park...). Hubo capítulos que me dieron mucha risa y así pasaba el rato cuando ya era de noche y ya no tenía nada que hacer.
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